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lunes, 3 de octubre de 2016

La entidad interior.

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Una parte profunda, desde el corazón infantil, trasciende. Si no es asesinada al llegar a la descomposición del adulto. Y todos realmente sabemos que es la inocencia y nunca podremos negarlo: Que la injusticia es dañar, hasta que alguien en su inocencia dice ¿Por que me dañan?...Tal es el grito del silencio que resuena en lo profundo y repercute en el infinito...

Pero aunque los golpes y las penas hicieran sentir ahogada esa parte del corazón, esa parte esta. Aunque ya no grite. Nadie puede matarla. Solo uno mismo es capas de hacerlo. Y si lo hiciera. Mata lo único real que hay en uno mismo, mas allá de ilusiones, sueños, mentiras e hipocresías. Mataría la verdad y la inocencia. Sin esto ultimo no queda nada. Solo la mentira. Y la mentira, ya esta muerta.

Siempre los mas dañados son los que apenas balbucean ante un juez, incapaces de defenderse. Los niños, y los mas oprimidos que o bien ni hablan o bien ni saben bien hacerlo. Sojuzgados, ancianos, mujeres, niños...Los dueños de ese grito ahogado, que es la dolorosa sorpresa de la inocencia ante la mas cruenta injusticia.
Los que carecen de palabra, los que no pueden declamar su verbo, los que ni saben defenderse, los desamparados de todo.

Es cierto que los partidos, la justicia, los sindicatos, el ejecutivo, las iglesias, las empresas... son un nido de gusanos. Pero esto es simplemente porque están conformados por personas, las mismas que caminan, las mismas que leen esto, aquellas que rara vez profieren el grito ahogado. Porque bien viven y siempre buscan mas. Ya es tiempo de poner algo nuevo que suplante la democracia. Y he dicho nuevo, no he nombrado nada viejo. Pero nuevo debe ser el ser humano que lo ejerza.

La Odisea, el gótico, las octavas, observa claramente, no son invenciones nuestras. Sino algo que a nosotros llega en su momento y así ha de llegar en su momento lo que ha de suplantar nuestro tiempo que como adoquin gigante aplasta nuestra humanidad robando hasta ese lugar del corazón donde habita la inocencia.

Grávida esta la mujer que entrega el fruto de su vientre que en sus aguas vive en gracia, a la tirante gravedad. Hay águilas que no vuelan alto y se dejan caer ante la inocencia y a la escucha del grito ahogado. Que solo suspenden su vuelo para sufrir la gravedad asistiendo la inocencia. Sin ese fundamento. Todo se aplastaría y compactaría de modo indiferenciado del mismo modo en que se compacta la basura.

Todo aquello que es sagrado, lo es porque es una verdad. Y como tal pervive. Sea esto en la ciencia, la filosofía, el arte...Las tendencias de moda, lo son, en tanto de correrte de alguna verdad. Y se necesita heroísmo para no dejarse llevar por la corriente, principalmente cuando esa zona inocente del corazón nos otorga la intuición de que es o no verdad. Ante la ofensiva de las relativas "verdades" de los racionalistas de la prision existencial.

Alex.




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