DESTELLO
Las fuerzas primordiales se movían en mi interior buscaban el contacto.
Desayune, me prepare y acudí a la cita.
Un viernes por la tarde sentado en un banco de parque Lezama cerca de la estatua de Ceres, bajo el esplendor del sol en invierno, me sumí en le visión del arco iris en cada rayo de sol y sentí algo de lo que el bueno de Boehme había hablado.
Cada rayo de color era un hilo que conducía hasta místicos estados de comprensión sin palabras. Una hermosa y madura mujer que pasa frente a mi y de reojo me hecha una mirada, me vuelve a este mundo.
Casi como revelación, sentí la acción del nagual agitándose entre la hierba y las personas cercanas y distantes y un entramado de fibras luminosas se me presento de golpe.
Lo sabia, las fibras están siempre ahí.
No hubo agotamiento, el tibio sol parecía la bendición de una madre que envuelve con
amor a la criatura. Si, recobre energía y ahí de golpe sentí el tirón del espíritu, mi SAG
descendió hasta el nagual, o vaya a saber que.
Quizá el resultado de la evocación de ayer. Una presión sumamente placentera se instalo en mi animo, me levante y comencé a caminar.
Subí la loma, rumbie por San Telmo, salude a una conocida que entraba a ensayar a un teatro de una cortada, y me fui para la plaza. Subo las escaleras de la vieja casona del
bar, y sentado frente a la ventana del balcón que da a la plaza plaza veo la agitación de turistas en la feria de antigüedades, una milonga se escucha desde cerca, alzo la vista y miro el cielo por arriba de las viejas casas del otro lado de la plaza clavando los ojos al sur.
Ahí, sentí un mareo placentero como un estimulo extraño y exquisito, saque mi cuaderno de notas y comencé a bajar toda clase de sigilos, palindomos y sellos, era una descarga una pulsion y anote con suma certeza cada significado, cada combinación y atributo y su logia correspondiente.
El cuaderno comenzó a llenarse a sombrearse y luego de una hora y media me detuve.
Pague mi cafe, busque la parada del 8 rápido y lo tome, mientras iba por avenida de Mayo comence a concentrarme sobre uno de los símbolos entrando en un estado de gnosis destellantemente galopante que no concluyo hasta llegar al peaje de la autopista. Baje en Liniers, me moví entre miles de personas apuradas como un fantasma, llego frente a la iglesia, donde las santerías y compro barato un viejo libro que hace tiempo buscaba, no pude esperar me senté a un lado en la vereda con el sonido de batuques de kimbanda que salían de una santería africanista.
Ahí estaba, la misma palabra del sigilo.
Paso entonces la morocha que siempre veía, y la pare, un café le dije, solo uno, lucho por no verme con ojos interesados ladeando la cabeza de costado como negándose
afloje la táctica, le cambie de tema, la descocerte, termino aceptando el café.
Sabia que el sigilo iba a dar frutos con magia sexual y sabia que la mujer era la indicada.
En poco tiempo el rito se iba a cumplir y ni ella sabia de lo que iba, pero la puerta de los grandes se ofrecía y desde lo profundo haría mi llamada, desde lo profundo, los primordiales y la piel de una mujer eran buena combinación, este sigilo había abierto la puerta.
Muchas cosas sucedieron luego.
Alex
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