Quince dias después vuelvo a meditar cerca de la estatua de Ceres bajo el extraño influjo de mitos de la urbe y los fantasmas que Sabato había puesto en tinta indeleble casi como con sangre estableciendo así un extraño pacto quien sabe
con que evocación de sus sueños.
De golpe a mi derecha frente a mi veo a la mujer sin ojos, la misma que años atrás se manifestó luego del ritual que realice con Mirta, y que ante
esa aparición con temor me agarro del brazo para que no me acerque.
Ahora estaba de nuevo frente a mi surgida de la nada como los Perros de Tindalos
acechándome, cortando mi aliento, sin saber yo si lo que esta ahí es el retorno
sobre mis pasos o un extraño koan esgrimido desde las oscuras e infinitas nubes de este frió y desolado día.
Una extraña melancolía se apodera hasta de mi cuerpo y la extrañeza pasa a ser
como una cruenta puñalada de desamor clavada en mis entrañas.
Sabia que estaba ahí frente a mi conduciéndome a las catacumbas de Belgrano
donde Fernando Vidal cayo persiguiendo a los ciegos.
Desapareció de golpe en una ráfaga de viento entre hojas muertas agitándose en remolino.
La supe presagio. Me fui.
Una hora después entro a la iglesia de Pompeya, renuevo mi pacto con san Alberto Magno, mi iniciador en ensueño del arte de la alquimia.
Camino varios metros y entro al edificio de mi editor. El ascensor extrañamente parece
como estar detenido en lugar de elevarse, mi tiempo ha cambiado.
Aun siento ese extraño dolor entre mis tripas y el frió del día no se me quita.
La secretaria parece molesta con el humo de mi cigarrillo y me levanto acercándome a la ventana de la torre, veo el puente, el Riachuelo, y mas allá los edificios que se yerguen en Lanus, otra ves la puntada, me desgarra y entonces lo se, ahí como una revelación que no se quiere saber. Mis entrañas sienten el dolor del amor perdido, de ausencia, hasta de la triste y dura infancia, la perdida, y como caido en un remolino del oscuro océano, el frió se vuelve total.
Hoy era el día, hoy entre sexo e imagenes abriría la puerta.
Amor bajo Voluntad.
Las furias se cernían sobre mi porque no habría amor solo luna, oscura, entreverándose entre los cuerpos. Aun así, me sabia fronterizo alguien que no es de aquí ni de allá un caminante de la niebla y de olvido, extraño ser de sombras desterrado de entre quienes se cobijan en la calidez de un hogar.
No hay vuelta no hay envidia en mi de lo común, no hay nada que encontrar ya entre las ruinas.
Supe en un flash cegador, en un instante de irrupción, como esas cosas que de golpe generan posesos e ilusos, que podía usar la magia para recuperar el amor perdido y la idea se disparo de tal modo que me volvió el calor al cuerpo un gemido de esperanza salio desde dentro.
La secretaria giro la cabeza al escucharme, apague mi cigarrillo y volví a contemplar los edificios a lo lejos y la sucia zanja del riacho oscuro que se perdia debajo del puente, había como un canto de victoria, me entregue a soñar un instante. Pero....no duro.
De golpe contundente, como un trueno sin sonido, la vos de mi SAG:
--"Todos los pasos de tu vida son el signo de tu arte."
"No hay vuelta atrás".
Había recuperado el calor. Ahora era mi alma la que estaba fría, solo tenia mi voluntad.
Es cierto, no hay vuelta atrás. Las fuerzas del Ángel de la Dispersión decayeron golpeadas, las furias gritaron en retirada.
Es cierto, el mago solo tiene su intento.
Y sus sentimientos solo son canciones perdidas en el viento.
Alex
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