En lo increíblemente complejo que es intentar definir la existencia humana y su
relación con el infinito, mágicamente sabemos algo y es que el ser humano no
esta completo en si mismo, sino que esta limitado en función a su reunión o no
con algo mas profundo. Y en eso esta el punto donde o seguimos limitados, o
vamos en pos de nuestra totalidad como seres mágicos.
Ahí es donde entra en
juego nuestro genio, el Aumakua, el cual se manifiesta gradualmente bajo
diversos aspectos progresivos acorde a nuestra perseverancia en su relación con
el.
Cuando nuestro aliado se acerca a nuestra percepción
consciente, se da el primer paso.
Todo puede decirse que esta envuelto en un velo de viento,
valga la metáfora chamánica, pues de algún modo se relaciona al doble.
En principio es inevitable sentir algo místico al respecto,
mas luego deviene en un provecho practico. Es la atención lo que importa y como
canalizarla y para eso, es importante el silencio mental y el quiebre con
juicios y clasificaciones.
El aliado entonces es un gran compañero de por vida del mago,
mas en un punto es también guía, maestro y herramienta. Y más tarde se da una
conjunción entre este genio y el mago, al punto en que nuevas potencialidades
se desatan.
Entonces aparece el poder y como consecuencia el pragmatismo.
De golpe pasas a sentir de que lo que consideras la voz de
Dios, es la voz del Espíritu, y eso es lo que se desenvuelve entre intuición y
eso que la corriente Tolteca denomina ver, y que deviene del contacto con tu
aliado, y que este esta ligado a tu doble por tu mollera por el punto que los
chinos llaman Ba Hui y los hindúes Sahasrara.
Donde la energía telúrica asciende como polo negativo (yin)
por las extremidades inferiores y la energía cósmica positiva (yang) es captada
por nuestro extremo superior (cielo)
Pudiéndose reunir ambas en nuestro punto medio, San Zhong, el Anahata o centro
cardíaco, representado por la unión del triangulo ascendente y del triangulo
descendente en la figura de la estrella de Salomón.
Alex
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