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viernes, 24 de septiembre de 2021

ABISMARSE


"Es el deseo, es la cólera nacida de la cualidad pasional que todo lo corrompe y todo lo consume. Ahí tienes al enemigo del hombre en la tierra"  

Krishna, en "Bhagavad Gita"


"El fuego de la vida humana reside en la sangre , es regido por la cólera divina. Otra sangre nacida del Amor, debe entrar en la sangre humana colérica y en el furor de la muerte para ahogarla." 

Jakob Boehme

"De Signatura Rerum"




Hay 7 grados en la vida contemplativa dijo el Maestro Eckhart. Lo que Sedir llamo "los siete jardines místicos". Ante eso vemos que hay niveles. Un nivel inferior no comprende lo que expresa un nivel superior. Los niveles inferiores tienen agregado de ilusión, mentira. No se han abierto plenamente a lo divino, están envueltos de capas de basura, eso que se denomina pecado; es decir, error y corrupción.


La religión, la filosofía, los sistemas, no comprenden ni ven lo que el místico ve desde las altas cumbres. Esa ascensión de la montaña por grados. Las tentaciones, las superaciones, los padeceres. Si se padece cada vez que se cambia de piel. Cada muerte interior y nuevo nacimiento. Es un proceso que solo una alta fe, voluntad y convicción, permite seguir. Y digo que la religión puede tener una idea, pero no lo vive en si, como mucho menos lo entenderán la filosofía y los sistemas. Solo puede comprenderse a través de la gracia.

Hay desvíos que no se ven desde el intelecto, sino desde la intuición y la comprensión directa. Es nuestro interior "testigo silencioso" quien puede con esto, con ayuda del Ángel, nuestro genio guía. En la antigüedad los Upanishads expresan lo captado por los titanes de la ascética, que se sumaron a los Vedas. Pero las descripciones de los Upanishads son puras, es decir descripciones de lo asido por el "testigo silencioso". El problema viene mas tarde con las interpretaciones, la intelectualizacion, la creación de sistemas donde no debe haberlos, y me refiero a Gaudapada y Shankara y su no dualidad, o los saduceos que negaban la inmortalidad del alma y la resurrección. Y puedo seguir nombrando...

Para quien se enamore de una doctrina sin avanzar hacia las altas cumbres ningún argumento servirá, porque quien se enamora de algo, ya esta en la ilusión y se sume en tal creencia como una verdad en la cual espera. Pero en si una verdad no confirmada. Y voy a esto, el encanto de la mente por determinados sistemas, anula la intuición y el logro de la comprensión directa o conocimiento silencioso, la verdadera gnósis o experiencia mística, es decir, vivir los misterios interiormente.





Me refiero a que una "iluminación" meramente intelectual y emocional, no es la iluminación a través del sentimiento y del alma.
Y esto es muy simple, aquello que capta el "testigo silencioso" es una verdad de por si. Pero aquello que desea integrarlo dentro de una concepción filosófica sin real tradición, es el Volador actuando.

Y esto es lo que resume todo.




La tiniebla espiritual, decía Dionisio Areopagita, es lo que debe traspasarse. El buen sentido de no pensar en nada, es el sentido de desapegarse y superar al mundo. Abstraerse de los pensamientos, para purificar el corazón. El lado inferior del corazón que nos liga al tener, al querer, al desear lo inferior.

En magia uno se concentra en imágenes. En mística en cambio las imágenes deben irse superando para que devenga primero lo abstracto y luego descienda a nosotros la verdad. Podríamos denominar a la mística como la magia superior. Ya que magia y magneto tienen la misma raíz. En este caso atraer o ser receptivos a lo superior. Y que mas superior que el Espíritu divino, su gracia, su amor y su luz.

La no dualidad no se alcanza rompiendo con la idea de la dualidad filosóficamente. Pues si así se hace, quedara solo ligada esa noción a la idea. Pero no embargara todo lo que somos, incluso al espíritu de cada una de nuestras células y mas... Si así no se hiciera, nuestro amor seria intelectual, y no un sentir real y profundo. Si no vemos nuestras miserias, si nos mentimos a nosotros mismos, nos aferraremos a una concepción, pero aunque la veamos y la mostremos sublime, el engaño se nota al darnos cuenta que no nos sublima a nosotros y la rueda seguirá girando. Y no nos sublima porque solo es una idea y no un profundo y poderoso sentir.

El sumirse en la unidad de Cristo es también sumirse en la Unidad del Padre y del Espíritu. Si no hay algo superior a nosotros, no hay forma de superarnos. Ese es el sentido de poner completamente el corazón en Dios y así renovarnos en el. Es un proceso que se hace con amor y voluntad. Dos amores que se atraen y se vuelven un solo amor. Es solo ahí donde la dualidad desaparece.

De ahí que no pensar en nada es cuando culminan las fantasías y la imaginación de deseo. Una vez encendido ese poder atractivo del amor hacia lo supremo, lo supremo nos muestra que fue su llamado, y primero fue su amor que luego fue receptivo y encendido en nosotros. Aquí entra en juego también la atención constante. Esa misma atención del Raja Yoga, que el devoto y el místico ponen en el amor como fuego divino.




Dios creo su mundo divino, el mundo de las almas, luego este mundo inferior, y por ultimo su contrapeso oscuro. Las almas no estaban destinadas al mundo oscuro donde el fuego interno de lo que es quema de forma fria. Es decir el fuego frío del infierno. Pero el desprecio a lo superior, deja a la misma criatura fuera de la atmosfera o temperatura del amor divino y fuera de ahi caen en el frio exterior, las tinieblas externas, donde solo hay el fuego de las pasiones internas en que cayeron torturandolos una y otra ves, muriendo y renaciendo a lo mismo sin salida, tragados por el fiat de este ouroboros inferior que se envuelve sobre si constantemente.

Cristo pudo vencer el ouroboros del mundo, pues es Dios mismo deteniendo el influjo de su voluntad sobre las criaturas para ser salvas, es decir liberadas. Luego en el limbo del purgatorio el amor como fuego purificador que nos acerca cada vez mas hacia el fuego del amor puro y la Luz. Pero en los infiernos ya no puede actuar, pues las criaturas no se unieron a el sino a las tinieblas externas y a su fuego interno pasional y no hay modo de sacarlos de su propio ouroboros interno.

Por eso ese centrarnos en el Yo Soy, es centrarnos en el núcleo divino que hay en nuestro interior, Yo Soy Quien Soy, el Ser, pero abismados al ser, donde el abismo del amor divino se une al abismo de nuestra alma como una unidad. Donde al final el cielo externo es un reflejo del cielo interno.

Cada verdadera tradición ha visto un fragmento del Todo.
El profano que escapa de las tradiciones, ve solo lo natural y a veces ni eso, a veces no ve ni lo que tiene frente a si.
Pero quienes se centran en el Amor Divino se sumen en el Todo y el Todo se sumerge en ellos.

A




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