Como decía don Juan, los paisajes solo son para los que van en automóvil. Caminar la vida es otra cosa. No es un viaje. Los viajes son para quienes aun se buscan a si mismos. La vida real es la construcción interna de un eterno presente en paz, desapegado y luminoso, donde carajo estés, incluso en medio de las lagrimas.
Todo el trasfondo de los surcos, que algún pionero hiciera. Y luego el colmenar se llena de historias. Efímeras historias, que tal vez, algún ángel, recoge de las cenizas de la memoria.
Así un día grabe tu nombre en el banco de un parque,
pero nada duro, el tiempo…
Y luego ya ni te recordé, ni recordé
momentos ni buenos ni malos
para descubrir, que solo había grabado tu nombre
en ese banco del parque,
como forma de retener el momento
y solo quería retenerlo por temor a la perdida
y temía a la perdida
porque quería olvidar que un día voy a morir
Naufragando entre las aguas, me volví fantasma y al serlo aprendí a navegar. Tumultuosas aguas siempre fueron, pero luego de esa vez fue mas fácil el recorrido. Un día me invitaba el cielo, otro el infierno, y al fin la indiferencia. Fue tal vez ese ultimo día cuando aprendí a ser viajero. Deje la nave y anduve a pie. Invitado aqui, invitado allá, termine invitándome a mi mismo, al fin, a hacer el ultimo recorrido. Tal vez recorrido colectivo, sin que muchos lo sepan, y este ultimo, el mas duro, el mas real, donde el camino se pierde entre la lluvia y la niebla, hacia un horizonte no visible, pero bien se que es la subida a la montaña.
No es la estructural cuenca lo que hace al río.
Una ráfaga de aire fresco en verano
un intento por realizar
una tormenta por atravesar
un desierto que recorrer
una noche por contemplar
unos laureles que quemar
una sonrisa por final
un atardecer por vivir
la libertad como amanecer
los días sin ritual
los pasos por recorrer.
Un poco de vino y un buen queso bastan para ser felices.
Un poco de aire fresco y el hermoso anochecer.
Quien esto no entienda ya fue vencido por sus compulsiones.
El camino a la iluminación es el camino de la contemplación, no hay otro. La contemplación puede ser realizada por tres caminos. En una se lucha de modo solitario buscando la cima. El otro se logra a través de un gran ingenio. El ultimo es donde somos escogidos como instrumento para servir. Sin embargo la contemplación es una gracia, un regalo. Lo único que se necesita es la capacidad de abstraernos del mirar para así poder ver.
La lucha contra nuestros demonios es también una lucha contra demonios externos. (Como es adentro es afuera) Tal demonio es la fuerza dispersante. Para realizarse en tal lucha hemos de tener conciencia. Ser meramente inteligentes no basta, no despierta, no otorga intuición...Se necesita esa altura que en el yoga de oriente se llama Buddhi, se trata de una inteligencia por encima de la mente común. En la Kabalah seria Netzah. Es una inteligencia con conocimiento superior, su propia voluntad y aspiración. Para entregarse a la contemplación, hay que alcanzar ese estado, esa inteligencia, desde el silencio y la aspiración.
Entonces contemplar es alcanzar ese buddhi.
Ese cambiar el mirar de la mente común por un ver de la mente superior.
Pero la iluminación en cambio es cuando buddhi se llena de la Luz Increada que proviene de lo superior. Ahí entramos bajo el yo espiritual y la Verdadera Voluntad.
El poeta, el contemplativo el visionario,
dejara caer sus poemas como las hojas de los arboles bajo los pies que los desprecian.
Pero a cambio de eso es tragado por lo eterno.
En otros términos:
Por la poesía misma.
Alex.
Al respecto de buddhi, les dejo un enlace:
http://sriaurobindo.webcindario.com/registroyoga/regyoga2.2.4fragbuddhi.htm